miércoles, 22 de marzo de 2017

¡Ya está todo listo! Un avance de "Dos golpes a un mismo corazón"

¡Y aquí estoy de nuevo! Nerviosa perdida porque vuelvo a publicar novela. Esta vez, quizás es algo diferente porque es una novela de corte contemporáneo. Y además, toca un tema "peliagudo", la violencia de género. Pero, como siempre, y sin ánimo de desmerecer ningún tipo de sentimiento, ya que es algo demasiado serio, trato de ponerle humor a la vida. No porque el tema lo merezca (que por supuesto no es así) sino porque defiendo el humor en la vida para poder salir de las peores dificultades.
¡Espero que os guste!!!

Y para muestra... un capítulo.



Strike dos


Se dispuso a subir a su cuarto tratando de hacer el menor ruido posible ya que su padre tenía el sueño muy ligero y no quería despertarlo. Pero antes, se había quedado mirando como un bobo la puerta contigua a la de su padre. Era el cuarto que habían arreglado para personal de servicio o, más bien, para la cuidadora de Antonio. Durante un tiempo, él mismo había estado durmiendo allí abajo para cuidar mejor de él. Ahora, por fin, volvía a dormir en su ancha y espaciosa cama. Él no era un hombre pequeño con su metro noventa de estatura .Además, con todo el deporte que hacía, que no era poco, tenía aquella apariencia robusta que le hacía parecer mucho más grande de lo que en realidad
era.
Aun así, seguía mirando, allí plantado al borde de las escaleras, la puerta contigua a la de su padre. Lucía estaría allí durmiendo. ¿Cómo dormiría? ¿En camisón o en pijama? Tal vez, ¿sin nada…? ¡Oh, por favor! ¡Ya lo estaba haciendo de nuevo! Vale que era una chica preciosa, pero no entendía todavía cómo le había afectado tanto. Enfadado consigo mismo y con el mundo, emprendió la subida de la escalera mientras rumiaba para sí mismo palabras incoherentes acerca de lo estúpido que se sentía. Seguramente la chica no valía para tanto. Tenía una cara preciosa, vale. Y aquel culito en vaqueros cuando se había agachado a saludar a su padre… ¡Por Dios! ¡Ya estaba empalmado otra vez!
 “¿Quieres tranquilizarte de una vez?”, comenzó a decirle en voz alta a su rebelde miembro. Seguro que cuando se quitaba los vaqueros no era para tanto. Había visto muchas mujeres que vestidas daban el pego, pero en cuanto los vaqueros dejaban de apretar sus carnes… Sí, definitivamente Lucía era de esas. Vestidas aparentaban, pero en cuanto se desnudaban no eran para tanto.
“Así me gusta, quiero que te quedes tranquilita”, volvió a decir en voz alta cuando llegaba al rellano, mientras notaba cómo su henchido miembro volvía a su tamaño natural.
Su mayor problema fue cuando levantó la vista de su bragueta, con la que mantenía aquella conversación tan íntima y se encontró de frente, en la puerta del cuarto de baño, a Lucía. La joven tenía las cejas elevadas y arqueadas mirándolo con gesto interrogante, mientras sostenía un cepillo de dientes y la pasta en una mano. Tony se quedó helado y sintió de nuevo el rubor en sus mejillas al ser pillado en semejante situación que, rogaba por todo lo más sagrado, esperaba que ella no hubiese adivinado. ¿Qué hacía ella allí arriba? Tenía su propio aseo en la habitación.

—¿Con quién hablabas? —se interesó Lucía.
Tony seguía con el aliento contenido y tuvo que hacer un esfuerzo importante para coger aire, al darse cuenta de que ella no había comprendido su “extravagante conversación”.
—Con… el perro —dudó durante un breve segundo, pero contento de haber salido del paso.
—¿No era macho? —se interesó Lucía.
—Claro. —Tony estaba desconcertado—. ¿Por qué lo preguntas?
—No sé, te he oído algo como “tranquila o así”.
¡Dios! ¿Es que no iba a tener ni un momento de respiro con aquella mujer? Lo mejor sería cambiar el tercio y dejar de sentirse continuamente avergonzado con ella. Él era el que siempre intimidaba, el que mandaba.
—¿Puedo saber qué haces aquí arriba? —preguntó en un tono que podría derretir al mismísimo polo norte.
Lucía dio un paso atrás ante aquella preciosa aunque glaciar mirada e incluso se le cayó el tubo de pasta de dientes.
—Yo… solo he venido a lavarme los dientes antes de acostarme —argumentó señalando el cuarto contiguo al suyo con la mano.
¡No! ¡Su padre no le podía haber hecho aquello! ¡Había instalado a la muchacha en el cuarto de invitados que había justo a su lado! Aquello era angustioso. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¿Qué le iba a decir ahora sin ponerse más en ridículo? No podía comunicarle a la joven, ahora que ya debía de estar instalada, que ese no era su cuarto sin quedar como un auténtico idiota. Mañana tendría algo más que una conversación con su padre, pero ahora no podía hacer nada.
—¿Te ha instalado mi padre en ese cuarto? —preguntó con cierto pesar.
—¡Ay, por Dios! —exclamó ella verdaderamente afectada—. No me digas que no debería estar aquí, que tu padre me ha instalado donde no corresponde. —Lucía se puso toda nerviosa—. ¡Por Dios!, al hacerle los test de deterioro cognitivo no pensé que el pobre tuviese algún problema. Parecía tan lúcido... Pero ya decía yo que ese no podía ser mi cuarto porque…
Tony había dejado ya de escuchar la divertida perorata de la joven, al recuperar el control de la situación con su desafortunado comentario —en el sentido de que no era él el avergonzado por primera vez desde que la vio—, y se dedicó a dejar que sus ojos recorrieran aquel precioso cuerpo que, con la confusión y la diatriba de la joven, podía explorar a gusto. Definitivamente estaba más que equivocado. Aquel culito, que se presentó ante sí de nuevo al agacharse la muchacha a por la pasta de dientes, y con aquel short cortito de aquel pijamita rosa con corazones, y que se adaptaba a su cuerpo como acariciándolo, le dijo lo contrario a él… y a su miembro que, protestando debido al rapapolvo que acababa de sufrir, volvió a elevarse orgulloso y lleno de razón. ¡Menudo cuerpazo se gastaba la joven! Se veía que era deportista a juzgar por aquellas piernas tan bien definidas y aquel precioso y respingón trasero que se elevaba sin necesidad de vaqueros. Tenía una cicatriz bastante grande en una de las piernas y no parecía ser muy antigua, pero no afeaba nada en absoluto aquel bonito cuerpecito.
Seguía hablando sin parar. Bien, podría ojear un poco más a sus anchas. Abdomen plano, pechos… ¡Oh, dios! ¡No llevaba sujetador! Sus pezones se erguían más orgullosos que su propio miembro y la gravedad no hacía su trabajo en aquellas dos preciosidades, que apenas cabrían en su mano. ¡Justo como más le gustaban a él! No recordaba haber tenido a su compañero más endurecido en toda su vida.
—… pero si me dices donde me instalo lo haré en este mismo momento. Total, tampoco tengo muchas cosas que trasladar —continuó mientras se dirigía al cuarto, con la puerta abierta, y comenzaba a recoger todo lo que pillaba en su errático paso.
Tony no pudo evitar sonreír al verla en escena. Agobiada por sus palabras, se había puesto a hablar sin parar debido a lo vergonzoso de la situación y metía en una bolsa los enseres que tenía desperdigados por la habitación.
—Oye —la paró Tony, entrando en la habitación y sujetándola por un brazo para que cesara ya que parecía ni escucharle siquiera—. Ya está. No pasa nada. Tampoco tienes que trasladarte en medio de la noche. Además —dijo, mientras observaba el interior de la habitación y ver la cama desecha con un libro en la mesita de noche—, ya te habías acostado.
Lucía se quedó parada como una estatua mirando hacia arriba para poder observar sus ojos. Allí estaba él de nuevo, a su lado, tan imponente, tan grande, tan guapo y tan… ¿bipolar? La había asustado con su manera de hablar, tal y como lo había hecho días atrás, y, al momento, esa amabilidad que parecía intrínseca a él, pero que tenía más que enterrada en el fondo de su ser.
—Mañana me cambiaré en cuanto nos levantemos —aseguró sin poder apartar la mirada de aquellos ojos de plata brillante.
—Tranquila, es solo que… —Tony no sabía ni lo que le pasaba. Estaba allí, de pie, sin poder separarse de ella, imaginando lo bien que quedaría tumbada en aquella cama o en la suya, a su lado. Descubrió que no quería que se alejase ¡Menuda estupidez! y no sabía ni por qué—… mi padre tiene el sueño ligero y a veces necesita ayuda en la noche.
—¿En serio? —preguntó sorprendida—. A mí me dijo lo contrario, incluso le dije que preferiría dormir más cerca de él, pero me dijo que la habitación no estaba preparada para mí.
—Pues no es verdad —dijo Tony sonriendo por la travesura de su padre—. Se despierta mucho y no se apaña para ir a… mear, hablando en plata.
Lucía no podía contestar. Se había quedado enganchada en su sonrisa. ¿Haría eso a menudo? No lo parecía a juzgar por lo poco que lo conocía, pero que Dios amparase a su novia —¿Tendría novia? No había mujer en esa casa, de eso estaba segura— porque no creía que nadie en el mundo pudiese resistirse a ella. Se sacudió ligeramente para despejarse y poder contestar.
—Bueno, de todas formas le he puesto un intercomunicador para que me avise de todo lo que necesite. Soy muy ágil y no me cuesta despertar. Si Antonio me llama, estaré allí en menos de treinta segundos —mintió descaradamente, ya que tenía un “problemilla” con el sueño, pero que no podía contar. Si no, jamás la contratarían. La narcolepsia no podía aparecer en su currículum vitae.
Tony asintió con la mirada fija en aquellos carnosos y sensuales labios y se giró para largarse cuanto antes de allí.
—Mañana hablaremos —dijo de nuevo el hombre serio que parecía acostumbrado a dar órdenes y al que todo el mundo obedecía sin rechistar.

Y cerró la puerta tras de sí, todavía con su miembro restregándole su derrota en las narices y reafirmándose en que todo se estaba complicando y a pasos agigantados. Dos puntos para la joven Lucía.


¡Ains! Espero que os guste. Un besazo!

Image and video hosting by TinyPic

4 comentarios:

  1. Que pintaza tiene Meg!! Te deseo toda la suerte del mundo, va ser un éxito, estoy deseando volver a leerte y después de este adelanto aún más ;-p un besazo! Y gracias pro regalarnos este poquitoXD

    ResponderEliminar
  2. ¡Ahora contemporánea! ¡Qué sorpresa! Y vaya aperitivo nos has dejado. Como siempre, esperando leer algo tuyo. Y, aunque sí es un tema delicado, seguro que darle ese toque de humor que tanto te caracteriza es un acierto. Para muestra un botón.
    Muchas gracias. Seguro que será un éxito. :*

    ResponderEliminar
  3. Vaya cambio, Meg!!! Deseando saber más de ellos y ver cómo enfocas la situación, estoy de acuerdo en que un poco de humor siempre es necesario hasta en las peores crisis. Por ahora veo a Tony muy tenso... XD Un beso enorme y toda la suerte del mundo!!!

    ResponderEliminar
  4. Acabo de echarme encima de un porrazo en el testuz EL ALMA DEL DIABLO
    Ha sido de descargarlo y echarle una ojeada y terminar con la parturienta Carmen
    Falte a una cita concertada hace meses con el medico (de esos q terminan con el dedo fragancioso jajaja) pero sabes Meg Ferrero me has dejado con gusto a poco y voy a devorar todo lo que de ti venga mujer gracias
    Ahh y el susodicho medico me postpuesto la cita para el viernes (ineludible esta vez creo) me encanto tu arquitectura y lo mejor es que desde hace mucho nadie habia conseguido que me abstraiga del mundo desde aquel lejano Mikail Strogoff de Verne (regalo de mi padre en mi cumpleaños) cuando cumpli mis lejanisimos siete años y hoy pasada ya mi media centuria encuentro tu frescura y lozania envolvente y viciosamente cannabica
    Asi que Maria Esther quedo a tus pies rendido y ahora me toca ver tu PECADO y ver si esos DOS GOLPES A UN MISMO CORAZON restañan mis HERIDAS DE AMOR Y DE GUERRA y TU LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD
    Dios te guie y sigas brindandote a mis ansias por devorarte a cada publicacion tuya

    ResponderEliminar